Monday, March 29, 2010

No todo el tiempo es perdido


Al parecer hay gente que sí, que lee este blog. Siempre se me ha hecho terrible pensar en lectores. Últimamente, y no gracias a mis libros, me he visto confrontado, saludado con detalle, por esa raza desconocida para mí. Esto me hizo reflexionar lo poco que pienso en esa otra parte del mundo al escribir. Podría decir que en cierta forma metafísica (?) no estoy solo cuando escribo; estoy solo cuando me leen? El acto de escribir presupone una lectura (ya escribir es releerse; uno mismo). Para mí un lector existe porque yo leo= soy lector, por ende, hay lectores allá afuera; como escritor produzco un objeto que pertenece a esa jungla de libros; es decir, que quizás en esa jungla, alguien ha leído mi libro.
Pero todo esto son baboserías mías para decir que siempre es gratificante, interesante, aparecerse por un museo y que una morena hermosísima le diga a uno, Usted es el que escribe en la Revista U las Leyendas Urbanas. Digo pues sí soy yo, apretando la sonrisa verdadera; sometiendo al ego; mirando a los ojos y al cuello y a los dientes a la morena. He tenido muy poquísimas, contadísimas, novias morenas. La morena me pregunta por inspiraciones y quiere saber qué tanto de verdad y qué tanto de misterio. Le digo que muy poco de las anteriores y lo que hay sí es un desvivir y un nebular. Cómo escribes tú, pregunta ella, accediendo al mandato de que dejara el usteo y se pusiera para lo de ella. Cómo escribes tú, me repite y yo le digo que de seguro le encantaría comprobarlo.
Pero me sale el premio fatulo en el ticket del rayadito: porque ella tan sólo se limita a recibir los piropos siempre sonriendo. Entonces suena el teléfono. Pienso en la contentosa de la Dominicana de Espectáculos, aquello era una campana que alegraba los sábados. Bueno, la morena, en el teléfono: Aló, sí chica (sonríe; se muerde el cable del teléfono, una clásica)... a que tú no sabes a quién tengo yo aquí al frente. Al parecer del otro lado del aparato sea quien sea le dice que se deje de joder y que se ponga para su número que los minutos de celular no los están regalando. Ya seteada de ese modo la conversación digo que estará bien difícil que el otro lado del vacío muestre alegría al saber quién era el interlocutor que ella tenía al frente. Es Rey Andújar dice la morena es Rey Andújar; el mismito; sí, está aquí. En ese momento, cuando ya desistimos de dejar de engañarnos y aceptar que ella no iba a salir conmigo porque, aquién se le ocurre salir con un escritor... además vale la pena aclarar que ya eran casi las seis de la tarde y ese día me había tocado subirme a cada carro público de la ruta que atraviesa un trozo de la ciudad hacia la Correa y Cidrón, haciendo diligencias en la fóking Feria (Pasaportes, un acta de nacimiento...) No va a salir conmigo y cuando intento escapar viene una enana diciendo que allá afuera ocurrió un accidente, que hay que llamar a una ambulancia. La pigmea está alterada, y me pregunta por un celular mientras con el mismo soplito de aire me dice que el hombre está atascado entre la bolsa de aire y el cinturón de seguridad. No tengo celular, le respondo. No quiero celular, pienso. Me voy raudo. Tengo el corazón bien sensible y lo que menos necesito yo este azul de chiringas-chichiguas-cometas domingo de ramos es una emergencia en el torso. Ni mío. Ni de nadie.