Saturday, December 12, 2009

Perfil de Autor

Por Rey Andújar

¿qué culpa tiene el acero
del mal uso de la mano?
Sor Juana

Resulta interesante: durante la Revolución
de abril de 1965, la resistencia
dominicana defendió la soberanía
nacional con armas descontinuadas que
fueron cedidas a la sociedad civil por militares
descontentos con el régimen que pretendía la
continuidad del remanente trujillista. Miles de
hombres y mujeres se organizaron en “comandos
constitucionalistas”, provocando una serie de
guerrillas que culminaron la segunda intervención
ofi cial de los Marines en territorio dominicano.

Nada quedó inerte en las manos de los oprimidos:
piedras, clavos, un pedazo de pan, todo podía
ser un arma para sanar la afrenta. La guerra civil
terminó luego de cuatro meses, luego de que el
ejército y la oposición armada se pusieran de
acuerdo en dar paso a un Acto Institucional y una
Acta de Reconciliación, bajo la supervisión de la
OEA. El mito: un pueblo desnudo, hambriento pero
educado, lleno de valores soberanos, echando
a sangre y fuego al usurpador y acallando a los
traidores.

Casi 20 años después, en la misma fecha,
la economía del país se desmorona gracias a un
esquema de corrupción militar-gubernamental.
Para el 1984, la clase media que se organizó
en una rebelión civil, había desaparecido a
consecuencia de los actos terroristas llevados a
cabo por Joaquín Balaguer. Entonces, las protestas
no pasaron de ser una huelga sangrienta de tres
días. No fue el ejército, sino la policía, quien
recibió a los manifestantes. La clase paupérrima
armada, contra la clase pobre y desnutrida.
Dominicanos contra dominicanos.

La policía no negocia. Sus estrategias se
limitan a la violencia. Su arma más feroz es el
terror. Cuando se les ofrece esa mejilla, otra
vez, el impulso es desgarrarla porque el nervio
que razona está manipulado (hay un nervio que
argumenta y otro terrible, que reprime.) Ese otro
lado, el pacífi co, es para ellos lo desconocido.
Por eso tienen miedo.

¿De qué; de quién se defi ende la policía?
¿Cuáles son sus principios? ¿A quién acoge,
protege? En los aparatos de corrupción, los
instrumentos armados defi enden los intereses
del dinero, del poder. En Puerto Rico, las clases
media (artistas, educadores, obreros…) y baja
(trabajadores, inmigrantes, legales, ilegales…)
están desprotegidas, ya que (aparentemente) no
representan ningún benefi cio relacionado con el
lucro excesivo. Lo que está a la vista no necesita
pie de página: la policía de San Juan está cada
día mejor armada, excelentemente transportada.
Y aunque ahora hablen otro idioma (los vehículos
ostentan un nuevo logo, SJPD), siguen siendo
puertorriqueños.

Como puertorriqueña es la chica del muslo
ofendido, sangrante; los del pepper spray son
puertorriqueños; Rojo Chiringa (objeto del abuso)
es una compañía puertorriqueña, así como
puertorriqueño es (el olvidado) Río Piedras, la
Universidad; los hijos, las hijas de los policías,
también de Puerto Rico.

¿Qué intereses defienden nuestros
aportes fi scales? Si a este, a aquel policía
le llegara la dichosa carta, “Lo sentimos,
en sesenta días usted ya no es policía…
ya no es puertorriqueño.”; otra carta, esta
vez a la hija de otro policía, “Querida
estudiante, venga y recoja sus bártulos, la
Escuela de Arte está cerrada… ya usted no
es puertorriqueña.” Es necesario recordarles
a nuestros gobernantes que, el exterminio
de una raza, además de la violencia,
implica la destrucción de sus valores
básicos (el idioma, el arte, el lenguaje…);
que la violencia muy pocas veces genera
fl ores y abrazos. ¿Cuál es el Puerto Rico al
que aspiran nuestros representantes? ¿De
quién protege a la comunidad la Policía de
Puerto Rico? ¿Qué nos hace más, o menos,
puertorriqueños, puertorriqueñas?

Los dictadores son amantes del poder.
Anteriormente disfrazaban sus intenciones
con pan y circo. Esos tiempos están lejos.
Bala sin circo. Abuso sin sonrisa. Macana,
tú sabes, macana. Cada mañana, si se tiene
la suerte de amanecer intacto, uno respira
paz y exhala… Mientras, preparamos
la misma, tersa mejilla. Cuidado: a
veces tengo sueños relacionados con la
deslumbrante cantidad de armas que
ahora, a diferencia del 1965, 1968, 1984,
están en manos de la sociedad civil.
Pero, es tan sólo un sueño.

El autor es Puertorriqueño.

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