Tuesday, August 17, 2010

DE LA CRUDEZA




La palabra y los monumentos creados mediante ella son loas cosas mejor adaptadas al molusco humano, y le permiten sentir y expresar su fraternidad con los objetos de su mundo.
Ian Watt

Todas las locas son iguales
Luis Negrón

POR REY ANDÚJAR

El libro bueno es el que me empuja a escribir. La lectura de un buen libro para mí es un electro choque. Lo agradable de la colección debut de Luis Negrón, Mundo cruel es la exuberancia que demuestra al contradecir la norma. A mis escritores y escritoras homosexuales yo los quiero lejos de la militancia y más cerca de la literatura. Me atrevo a decir que a diferencia de la República Dominicana la cuestión de género en Puerto Rico es un tema del que es muy difícil desprenderse al considerar lo literario. Negrón entrega un libro de alto significado en el quehacer narrativo. Compuesto por nueve cuentos, el texto se estructura desde la oralidad, esto es, según Lilliana Ramos Collado, lo que convierte la narración en una constante monología. Estos cuentos se resisten a ser literatura en el modo cuantitativo. La tradición oral como totalidad asume el nervio central de cada relato y sacude el sismo del que adolecen los textos de la alteridad, sobre los cuales siempre pesa el fantasma de lo confesional. Hace poco que vengo haciendo(me) la pregunta: ¿Qué es la literatura gay? ¿Cuáles son sus límites? Existe una tradición destacable en Puerto Rico, si se cuenta que dentro de una literatura al margen del canon por múltiples razones, Manuel Ramos Otero, el poeta, es altamente respetado por la intelectualidad dominicana; crecí asistiendo a fastuosos montajes, año tras año, de las obras de Luis Rafael Sánchez por primeros actores. Decir que en la Academia puertorriqueña [y fuera de ella] la homosexualidad tiene un peso definitivo no sería exagerar, mucho menos si se destacan autores-actuales que han presentado textos definitivos para el trajín literario.

No es lo que se dice, también es fundamental el cómo. El primer cuento propone la violencia, que el narrador maneja muy bien al cuidarse de no dramatizar estos actos; los integra a la cotidianidad y pasan a ser desapercibidos como parte de un gran proyecto. Criados bajo el fuego penitenciario tropical, los hombres no lloran y se defienden peleando. Pelear con el otro es conocerse. El cuento “El elegido” es una revelación y una mentira. Las maneras de contar ya están planteadas; el uso de esa voz narrativa familiar, reposada, cotidiana, advierte “cuidado lector porque voy a mentir y lo hago muy bien.” Bukwoski repitió que su mejor taller literario fue el paciente yugo del padre; el escritor afirmaba esto con una suerte de resignación que liberaba a su escritura de resentimientos. Al adentrarme en los cuentos de Mundo cruel percibo la fortaleza de lo sutil, lo que es hilarante sin pretenderlo y nostálgico sin exageración. Textos que conmueven. La individualidad del hijo como oveja descarriada es el centro de un torbellino Caribe de sexo y buenaventura. El proyecto urbano de este texto adquiere sentido con “El vampiro de Moca”, un (re)cuento del trayecto desde las afueras de la ciudad (que ya no es tan “campo”) hacia la decepción sanjuanera. El placer del cuerpo está en el contar amantes, historias, ciudades; cuerpos contables. Una vez se cae preso del fraseo de Negrón es necesario perderle la confianza y dejarse llevar: un buen cuento atiende a la sensibilidad del viaje. De esta manera se compone “Por Guayama”, que es el recuento casi epistolar de una pasión más allá de lo simple. El amor sobrenatural que hace al lector reír y luego arrepentirse con el bollo de lágrimas en el cañete. Tiernos son todos los cuentos y sus voces. “La Edwin” es una navaja doble bien afilada; se sostiene de la oralidad más cruda. Esta manera clara y pelada de decir es la parte permeable de la crítica a la antropología social Caribe. El trasiego del cuerpo isleño se realza, se re(b)vela ante el desmoronamiento de las clases sociales y sus espacios; el sistema económico que permitía las claras clasificaciones. Ser la ambigüedad desde el momento del alumbramiento: Puerto Rico = Colonia = otro Caribe. Puerto Rico y la mala (¿?) suerte del pasaporte desde siempre visado. Puerto Rico y la insistencia en narrar ese cuerpo, de explorarlo y de gozarlo definiendo. Pero Puerto Rico es también una tarde hermosa en “El jardín” flotante; es éste mi cuento preferido. Una suerte de menage a trois del amor de verdad. Siempre peco de repetir que el amor es el sentimiento, lo que nos altera es el elemento huracán-deseo. Qué belleza de cuento “El jardín.” Es genial hasta en el título.

Si algo agradezco de este libro es su deliberada inmersión en la dominicanidad, esa diáspora que se adueña de los espacios urbanos/alternos. El espejo reflexiona: los haitianos maltratados en Azua son los dominicanos bugarrones y periqueros de Santurce quienes a su vez son los nuyoricans de Humboldt Park. Luis Negrón afirma con belleza que todos somos un bagazo. Con crudeza, Mundo cruel hace lo que todo artista hace con sus jardines: enamorarse, exaltar.

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