Saturday, January 22, 2011

vida gitana

las máscaras de stanislaw jaroszek

Por Rey Andújar

Death upsets everything.

Philip Roth

A nadie en su sano juicio se le ocurriría preguntarle a un inmigrante qué cosas (casi siempre son tres) se llevaría a una isla desierta, o peor aún, cuáles pertenencias tendrían prioridad al momento del naufragio. El oficio del que viaja poco por placer es azaroso. Para cruzar la frontera hay que ir ligero; lo mismo que para atravesar los canales infestados de tiburones o dispararse de las precariedades ocasionadas por la posguerra. No hay mucho que traer porque el país que se deja está vacío de cosas o las que hay no interesan; además, lo que espera del otro lado, allá, es la idea del progreso. Maldito progreso que desde el momento en que se plantea implica un compromiso malevo.

Por poco que se traiga, el que viene arrastra sus cánticos y sazones; historias inacabadas, códigos y cánones. Y aunque en apariencia parezca trivial, el viajero trae un elemento de peso: su lenguaje. Por esta razón, todo lo que escriba Stanislaw Jaroszek en español tendrá siempre un dejo de extrañeza, y en mi caso, de fascinación. Ya en el prólogo de Jaleos y denuncias, el estudioso Paul Schroeder expone una teoría sobre el asunto y la completa con unas comparaciones más que razonables. Me atrevería a añadir que es pertinente recordar al escritor como fingidor; un ser que constantemente se hará de máscaras para componer un relato. Robará si es preciso. He aquí el factor de riesgo que hace de este libro una pieza rara y deslumbrante.

Si por jaleo puede leerse “extension”, por denuncia podría interpretarse “poner de manifiesto”. En todo el sentido esta colección representa lo propio. Estas historias, elaboradas desde una persona narrativa matizada en la candidez, describen seres incompletos aferrados a la vida aunque se regodeen en el muere. Estos personajes terriblemente cotidianos destacan por sus chispazos de energía; un tímido fervor religioso y la predisposición al trayecto y la espera.

A esto debe agregarse el tema axial que plantea la pugna constante entre la muerte y lo sensual. Esta propuesta de (contra)reflejo entre lo sicalíptico y lo fúnebre no es casual. Georges Bataille, en Las lágrimas de Eros, establece que así como existe una dialéctica entre el mito y lo real, entre el juego y el trabajo, el amor y la muerte componen un estadio místico que va más allá de la creación, influyendo y determinando áreas de la filosofía y el sicoanálisis.

Cuando Jaroszek, en “Amanda, la cariñosa”, uno de los mejores cuentos de la serie, apunta “Es que los muertos nos aman mucho”, no miente y lo que es más terrible, es que no lo hace de manera inocente. El autor narra las aventuras del viajante con una voluptuosa mujer y va dejando, a manera de caminito de migajas, pistas que toman total sentido hacia el final, cuando personaje y lector se enteran de que el hombre ha estado jangueando con el fantasma de una de las novias que dejó antes de marcharse a los Estados Unidos. Sin duda, hay en lo fúnebre un estremecimiento parecido al que se experimenta ante el placer erótico. La poesía habla de un amor que desordena la cotidianidad del universo; de la misma manera la muerte [la despedida] trastorna la falsa serenidad de la gente y las cosas.

La mayoría de estos relatos están muy bien logrados; parten de la acción misma y no dan tregua. Sus frases cortas, claras y bien articuladas permiten una narración fluida, sin prisa ni pausa. De los mismos sobresalen “El hermano”, en donde aparece el personaje de Bogdan, a quien por interesante extrañé en el resto de las historias; “Cosa de hombres”, cuento que juega muy bien con la figura del macho y la venganza; “El dueño”, que viene a ser un verdadero melting pot en donde a vuelo de pájaro se revisan las extrañezas de un variopinto grupo de inmigrantes y “El encuentro”, quizás uno de los momentos de ternura en la colección.

Jaleos y denuncias es un libro que sale airoso en el escabroso tramo del cuento breve. Sus historias apelan a la vida gitana, a puertas que han quedado abiertas al otro lado del océano y ventanas que nunca podrán cerrarse. El viajero se traslada con su lengua a cuestas, ahorrando sonrisas, escondiendo lágrimas; con cada dólar como una tregua, con cada abrazo como un adiós.

Jaroszek, Stanislaw. Jaleos y denuncias. Chicago: Ediciones Vocesueltas, 2010.

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